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Reflexiones al rededor del mes de mayo y la celebración del día de las madres.

Reconocer, validar y acompañar son las tres acciones para reflexionar en este camino de ser más empáticas y solidarias con nosotras mismas y con tantas mujeres que en este mes de mayo viven en silencio un dolor único; haber perdido a un hijo que no nació. Hay un gran silencio alrededor de muchas mamás que sus hijos no llegaron a nacer y ese silencio, por temor a lastimarnos, llega a provocar más dolor o daño. 

Sabemos que esta fecha es especialmente significativa en nuestros países latinos. Sin embargo, en ocasiones llegamos a los extremos y creemos que solo “valen” o solo “merecen” ser reconocidas aquellas mamás que tienen hijos vivos. Si tenemos otros hijos, llegamos a creer o nos hacen creer que somos “ingratas” al dolernos por el que no nació o los que no nacieron. Cada hijo tiene un valor único y ninguno puede suplir a otro. 

Un hijo que no llega a nacer no deja de ser hijo, no deja de crear ese vínculo tan fuerte que la muerte no puede romper.  Cuando perdemos, por ejemplo, a un padre o una mamá, su muerte no nos quita la condición de hijos suyos. Y solo a nosotros nos tocará valorar esa relación y el aprendizaje que nos dejó. 

El vínculo está dado desde el primer momento que dos existencias comparten el mismo espacio, pero lo bloqueamos en nuestra cabeza y corazón por esas circunstancias en las que viví mi embarazo o para evitar sufrir o dolerme más. 

El valor de nuestros hijos no se los da el qué tan reconocidos fueron, que tan anhelados o qué tan conscientemente esperados fueron. Valen porque sí, por alguna razón vivieron dentro de nosotras y no perdamos la oportunidad de reconocer su valor y el valor de nuestra maternidad. Cada hijo tiene un sentido en nuestra vida, tuvo un propósito y a cada una nos corresponde descubrirlo. 

Hemos llegado a creer que el valor de una persona depende de las circunstancias de su concepción, de la forma en que falleció y que esto determinará mi sentir o no sentir; de mi duelo o no duelo. Y nadie puede medir el dolor por el tamaño del ataúd o por la ausencia de este. 

Si la noticia de su existencia no se vio envuelta de la mayor alegría, si me tomó por sorpresa o me dio miedo vivir mi maternidad con ese hijo. Incluso, si tomé una mala decisión o seguí el camino del aborto, por la razón que haya sido. Suelo “cobrármelo” muy caro después de su pérdida, pienso que no tengo derecho a vivir un duelo, a re-pensar o reconocer que si lo amaba. 

Si a mi bebé lo perdí en una etapa muy temprana del embarazo, como es “tan común”, llegamos a pensar que no hay duelo, que no debo condolerme porque es algo “natural”. El tiempo que un hijo vivió dentro de nosotras no determinará jamás su valor, su vida dejó huella en nosotras sus madres. 

¡El tiempo es tan personal! los sueños que hemos tenido, los recuerdos que tenemos, nadie los puede juzgar en términos de ¿Qué duele más? ¿tener recuerdos de alguien o solo tener sueños? Los hijos que no nacieron muy probablemente nos dejaron más sueños que recuerdos y eso duele. Es tu dolor y nadie lo podrá discutir. 

Tener un espacio de amigas empáticas y solidarias; porque han vivido circunstancias similares, es hoy una oportunidad para compartir y sentirse acompañadas y comprendidas. Podemos juntas incidir en una cultura de mayor respeto y que no olvide a quien vive hoy con brazos vacíos. 

Vive esta fecha y las que vengan, con gran empatía hacia ti misma, escucha o deja de escuchar lo que tu consideres ayuda a tu crecimiento. “No compres slogans que te lastimen” 

Escribe tu pensar y sentir, dibújalo, haz algo significativo este mes de mayo, para honrar la existencia de tu hijo y honrarte a ti misma en este acto de amor que es el reconocer la existencia de él o ella como valiosa. Un filósofo americano daba esta definición de amor: “Amar es desear que el otro exista” es reconocerlo y reconocerte a ti misma en esa relación única. (Joseph Piepper) 

Amar y amarte será reconocerlo, reconocerlos si perdiste a más de un hijo. Llorar, dolerte, no será una debilidad, será un reconocimiento y el pedir ayuda cuando lo necesites, será un acto de honestidad y valentía. No estás sola, recuerda, siempre necesitamos de los demás.   

Mari Carmen Alva

Instituto IRMA

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