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Fortalecer la identidad materna y paterna

Vivimos un tiempo en que se tiende a postergar el matrimonio o las relaciones estables y duraderas entre hombre y mujer. Se posterga la búsqueda del primer hijo hasta los 30-40 años y se tiende a una paternidad de uno o dos hijos.


Sin embargo, no ha cambiado una realidad: “la muerte de un hijo no tiene nombre”. Un hijo que no llega a nacer es un duelo único; es un drama.


Las circunstancias de suyo difíciles serán distintas desde lo que rodeó a la concepción del hijo y a la noticia de su existencia en el vientre de la madre:
• Amor o desamor entre los padres
• Búsqueda o no búsqueda del embarazo, expectativa de la paternidad gozosa o no.
• Ruptura del plan de vida propio y de pareja o parte del plan, aunque “a destiempo”.
Hasta las circunstancias de la partida o muerte del hijo:
• De un hijo o varios
• Mayor o menor trauma
• Aborto Inducido
• Aborto espontáneo
• Pérdida mixta
• Silencio, duelo no reconocido o compartido


Hoy tenemos un reto a identificar y trabajar: ver la pérdida gestacional con su drama único que es la muerte de un hijo.

Identificar ¿qué tienen de común las pérdidas gestacionales? Y trabajar en lo podremos llamar una didáctica diferencial que invita a un proceso de trabajo único. Es decir, un estilo de trabajo respetuoso de cada historia, de lo que es el desarrollo de una herida con peculiaridades y necesidades concretas.


Lo que vislumbramos en cada experiencia:

Espontáneo
Mayor vínculo entre los padres
Menor juicio alrededor
Menos silencio
Mayor acompañamiento
Enojo con Dios y la “incapacidad”
de mi cuerpo
Idea de que no existe el duelo


Inducido
Menor vínculo entre los padres
Mayor juicio
Mas silencio
Menor acompañamiento
Culpa, vergüenza con Dios
Idea de no tener derecho a duelo


En ambos casos: la presencia de sangre y la posibilidad de que ella pudo morir.


En los abortos espontáneos:

“No soy digna de tener un hijo”,” Él me ve como no digna de tener un hijo”, “Dios no me escucha, es porque no existe” “Si fue natural, se sana naturalmente; con el tiempo. Siempre ha pasado” “No compartimos el embarazo sino hasta después de 3 meses” Cuando el embarazo “se nota” se enfrenta a la sociedad. En lo positivo o negativo. “Nadie me ve ni me atiende”. No las hemos volteado a ver porque “no lo necesitan”. Tendemos a pensar que existe un “dolorímetro” directamente relacionado con la edad del hijo en el vientre o con el deseo de ser madre o padre. Incluso, creemos que aquello que “se procuró” (aborto inducido) o que no se buscó (aborto espontáneo); determinará el dolor o no dolor. Lo que es común y ha existido en toda la historia de la humanidad; no necesita de atención especial.

Pero claro que se necesita darle la atención que se merece, trabajar ese duelo tan particular y recuperar la esperanza.